Por Yuriana Calderón Alsina para Cátedra Libre UIS
En las extensas y verdes montañas que bordean la provincia de García Rovira, en Santander, se esconde, entre otros tesoros, una ‘joya’ diminuta, de unos 5 milímetros de larga, apenas perceptible para el ojo humano… Es la Lepanthes garciarovirensis, una nueva especie de orquídea descubierta por un equipo de la UIS Málaga, en conjunto con estudiantes de otras universidades.
Con apenas medio centímetro, esta especie recién descubierta parece desafiar las leyes de la grandeza: su tamaño puede ser pequeño, pero su belleza es inmensa. Vestida de tonos amarillo y magenta, su delicada forma reluce como un secreto que la tierra revela solo a quienes saben mirar de cerca, a quienes esa lupa, ese zoom llamada curiosidad les hace escudriñar más allá de lo evidente. En ella, lo minúsculo se convierte en asombroso para demostrar que a veces las maravillas más grandes son diminutas… En Colombia existen alrededor de 377 especies del género Lepanthes. ¡Mano, y ahora una es santandereana!
Tuvieron que pasar más de 200 años para que una nueva especie de flor fuera descubierta en esta provincia. O, al menos, de lo que se tiene registro. Otros descubrimientos se remontan quizá a las correrías hechas por el mismísimo José Celestino Mutis durante la Expedición Botánica para realizar un inventario de la riqueza natural que esconde Colombia, en la que clasificaron más de 20 mil especies vegetales.
Siguiendo el mismo camino de la curiosidad, pero a menor escala, dos jóvenes estudiantes: Heidy Caro, ingeniera forestal UIS; y Susana Arango, bióloga de la Universidad de Antioquia; armadas con herramientas, libretas y miradas ávidas, emprendieron su propia expedición en Santander por las caprichosas montañas que forman un cinturón continuo de ecosistema en la provincia de García Rovira. Dos años les llevó cumplir su objetivo. Era el primer trabajo de tesis que se desarrollaba interdisciplinarmente entre dos universidades, con dos carreras diferentes.
Junto a ellas, un gran equipo de apoyo: Diego Suescún, ingeniero forestal, profesor de la sede UIS Málaga; Boris Villanueva, director del Herbario del Jardín Botánico de Bogotá; el biólogo Fernando Alzate, profesor de la Universidad de Antioquia, y Eugenio Restrepo, estudiante de biología de la Universidad de Caldas, quien fue el encargado de recibir muestras e indicar que estaban ante una nueva especie.
El objetivo desde un comienzo, de acuerdo con el relato de Suescún, era descubrir una nueva especie. Los investigadores la tenían clara al iniciar la expedición, “sabíamos que aquí en la provincia de García Rovira, como es un sitio tan inexplorado, tenían que haber nuevas especies. Diseñamos una tesis o un proyecto de grado donde tuviéramos que colectar muchas plantas dentro del bosque y llevarlas al herbario. El trabajo se llamó: ‘Diferencias florísticas entre hábitos de crecimiento’”.
El mapa trazado para la expedición ubicaba tres zonas clave: Málaga, en un lugar llamado La Llanada, Pescaderito y en Santa Cruz, San Andrés, en donde se encontró la nueva especie.
Durante tres semanas, Heidy y Susana se adentraron en los bosques, fijaron su mirada en hierbas, flores, árboles, arbustos y vejucos, para tomar muestras suficientes que fueron llevadas al herbario… Una de ellas, la pequeña orquídea.
Para los esposos Ángel María Rodríguez, de 77 años, y Carmen Carrillo, de 70; quienes llevan toda su vida en el sector de Barro Hondo, del municipio de San Andrés, aquella diminuta belleza hacía parte del paisaje diario, pero lejos estaban de imaginar que dentro de sus terrenos tenían una flor sin ‘bautizar’… Es decir, no aparecía reseñada dentro de las especies de Lepanthes. Así que los investigadores la llamaron Lepanthes Garciarovirensis en honor a la provincia de García Rovira que es la zona donde se encontró… Lo que los expertos llaman etimología o significado del nombre.
Una dicha giganta ante un descubrimiento minúsculo -no por importancia sino por tamaño-. “Para nosotros fue una alegría y una bendición de Dios porque eso es lo que nos regala la naturaleza (…) y que debemos cuidar todos y cada uno de nosotros. Pues ahí la veíamos (la flor) pero no sabíamos el nombre, cada cosa tiene su nombre, mejor dicho, tiene su estudio para saber qué es, cómo se llama, cómo se desarrolla para que siga produciendo…”.
Don Ángel no cabe de la dicha, celebra no solo la nueva especia hallada en sus terrenos, sino el hecho de que los jóvenes estén poniendo su curiosidad al servicio de estos descubrimientos que engrandecen aún más a esas tierras rovirenses.
“Ha habido más ampliación de las cosas, como más experiencia, inteligencia al servicio, (…) uno no pensaba que llegaría a estos tiempos por acá, que hubiera estudio para que los muchachos vengan por ahí a mirarnos”.
Los campesinos se conocen al derecho y al revés la zona, desde al agua hasta la tierra, todo. Por eso les deslumbra el hecho de que haya más por conocer, como añade don Ángel, un hombre de nobleza notoria y saludar recio, de esos de apretón de manos encalladas, con la fuerza del campesino nato.
“Toda la vida aquí, con ese bosquecito ahí. Cuando podía uno ir por allá a andar, a pasear, conocí mucho, los árboles, conoce uno hasta los nombres; la naturaleza y las capitas de todo, donde sale la agüita”.
Para Heidy Caro, una de las curiosas expedicionarias, la alegría también fue grande ante el hallazgo de lo diminuto. Es egresada del programa de Ingeniería Forestal, en la UIS Málaga, y merecedora del Cum Laude por su brillantez académica.
“La idea principal del proyecto era poder conocer la flora de la provincia de García Rovira y con esto poder llegar a descubrir al menos una especie para la ciencia” … Para su sorpresa, al parecer no sería solo uno el descubrimiento, sino tres, pues dos especies más que hallaron durante la expedición, parece que tampoco están ‘bautizadas’ y están trabajando en su publicación. Cinco más están en estudio.
Para realizar la recolección, Heidy y Susana, su coequipera, demarcaron 15 espacios de 50 x 4 metros en las tres zonas seleccionadas. Además, realizaron una colección general que consistió en caminar por el bosque e ir buscando, al azar, individuos completos: con flor y fruto. Fue en esta recolección general que descubrieron las especies nuevas para la ciencia, una de ellas la Lepanthes Garciarovirensis… Señal de la riqueza biodiversa de la tierra de los Laches y Chitareros.
¿Pero qué diferencia a la Lepanthes Garciarovirensis, para ser declarada como nueva especia? “Características como el tamaño y la forma de la hoja, el tamaño de las partes de la flor, los sépalos y los pétalos. Eso hace que la flor sea diferente, y también algunos caracteres especiales que la determinan, o sea, que solo los tiene ella como tal”, explica Heidy.
“Cuando uno hace el estudio y revisa minuciosamente el bosque, puede llegar a descubrir estas bellezas, que en realidad son, como dicen, minúsculas, pues la florecita no mide más de 5 milímetros. Ahí se basa justamente la belleza, de poder observar los árboles, sus troncos, el suelo, las rocas, las plantas también se posan sobre las rocas, y diferentes partes del bosque que normalmente no se observan o no se tienen en cuenta cuando se hacen estos estudios” … Ojos ávidos para grandes descubrimientos.
La clave, según este equipo de investigadores, está en caminar los bosques con una mirada diferente, “como haciéndole lupa a todos los árboles, zoom a las plantas para poder ver más allá de lo que tiene un bosque, que no son solo los árboles. Eso fue lo que nos hizo llegar a tener tantas especies nuevas para la ciencia”.
Fueron dos años a la espera de que las revistas expertas en el tema les respondieran, esperando una respuesta positiva y saber si iban a publicar. “Fue un estudio bastante estricto el de poder revisar cada una de las muestras colectadas. Y también muy interactivo con diferentes expertos a nivel nacional, eso es muy enriquecedor”.
Colombia es el país de las orquídeas, por algo esta flor se ha ganado el título de ser símbolo nacional… Y saber que García Rovira, en Santander, tiene una propia, es una berraquera.
El hallazgo de esta orquídea, tan pequeña, delicada y única, se convierte en un recordatorio constante de nuestra responsabilidad como guardianes del planeta. No es solo una flor nueva que adorna las montañas de Santander; es un llamado a mirar más allá, a detener un momento nuestro vaivén diario y reconocer la magnificencia oculta en cada rincón de nuestros bosques.
Si no cuidamos, si no protegemos, si no valoramos lo que la naturaleza nos regala, esas maravillas silenciosas, como esta pequeña orquídea, desaparecerán, dejando solo el recuerdo de su existencia en libros, herbarios y en la retina y la memoria de sus descubridores.