Llegar a Bucaramanga con poca ropa y tan solo una colchoneta es un hecho que no olvida Víctor Yesid Pérez Calao, porque fue una experiencia que lo hizo crecer como persona antes de iniciar sus estudios de Química en la Universidad Industrial de Santander (UIS).
El deseo de superación lo motivó a dejar su natal Barrancabermeja para llegar a la capital santandereana y emprender su formación académica. Su esfuerzo, disciplina y dedicación fueron pilares fundamentales para que pudiera combinar sus estudios con el trabajo como mesero, labor que tuvo que realizar para financiarse su estadía y su carrera.
En ese proceso de formación, en sus años de estudiante de pregrado UIS, fue vital el apoyo que recibió desde Bienestar Universitario. Ahora, más de 15 años después, llega de nuevo por la puerta grande de Bienestar Estudiantil, como director de esta unidad, para prestar sus servicios en pro del beneficio de los estudiantes del presente.
“La meta es dar lo mejor a la comunidad que usa los servicios. En mi época como estudiante fui usuario y sé lo que ayuda tener este tipo de oportunidades en la Universidad, sobre todo en una pública como la UIS. Tenemos retos en la parte de salud mental con los estudiantes, tras la pandemia hubo impactos en ellos y sabemos que todo no se resuelve solamente con un servicio de comedor o combo saludable, por el contrario, hay que integrar con un servicio médico de ayuda psicológica y una línea de atención para este problema”, manifestó Pérez Calao.
Él es el mayor de cinco hermanos, en Barrancabermeja estudió en los colegios Diego Hernández de Gallegos y en el San José. En ambos se destacó en el área de ciencias, sobre todo en química, física y matemáticas. Por temas económicos no pudo empezar a estudiar en una universidad apenas acabó el bachillerato y tuvo que trabajar para ayudar a su familia.
“Yo en Barranca hacía mantenimientos de aires acondicionados, trabajaba en empresas o en casas de los jefes de Ecopetrol, me los encontraba y hablábamos, me decían que estudiara, eso me motivó porque sabía que tenía el talento y así fue que me presenté en la UIS”, recordó.
Una vez fue admitido emprendió camino hacia Bucaramanga, alquiló una habitación y ahí comenzó a buscar la manera para aplicar a los beneficios que en ese entonces ofrecía la UIS para las personas de bajos recursos.
Tiempo después trabajó como mesero en restaurantes y discotecas, un rol que alternó con las clases y exámenes de cada semestre. Este esfuerzo de trasnochadas y madrugadas para cumplir con ambas responsabilidades se disminuyó un poco cuando conoció a la doctora Elena Stashenko.
“Ella me acogió cuando era estudiante y me apoyó, supo mi historia y me preguntó cuánto ganaba como mesero, entonces me ofreció trabajo como jefe de cultivos experimentales en el Centro Nacional de Investigaciones para la Agroindustrialización de Especies Vegetales Aromáticas y Medicinas Tropicales (Cenivam). Ahí ya trabajé en un área que me gustaba y en compañía de ella”, indicó el santandereano.
Esa experiencia en el Cenivam le dio la oportunidad de realizar una pasantía de seis meses en la Universidad Estatal de Campinas (Brasil). “Cuando volví a Colombia trabajé en los talleres de soldadura y carpintería de Planta Física, todo mi mundo era la UIS y luego ya me gradué de pregrado. Después seguí en Planta Física y sentí la necesidad de hacer el posgrado, busqué a un profesor que conocí en la pasantía y me motivó a presentarme en una maestría”, rememoró Pérez Calao.
Fue el único extranjero que se postuló a estudiar la maestría en la Universidade Federal do Oeste do Pará, solo pasaron 19 personas y obtuvo una beca al conseguir el sexto mejor puntaje de admisión. En ese camino nuevamente Elena Stashenko fue importante para él, porque se convirtió en la codirectora del trabajo.
“Cuando terminé todo volví a Colombia para trabajar en una petrolera de Barrancabermeja, luego al ICP y tras la crisis petrolera me abrieron las puertas en la UIS en el Sistema de Gestión Ambiental. Tiempo después surgió la necesidad de ir a manejar la Planta Física del Parque Tecnológico de Guatiguará (PTG). Me favoreció conocer los procesos de laboratorio e investigación, además del mantenimiento y montaje, entonces estuve cerca de cinco años hasta ahora que paso a Bienestar Estudiantil”, dijo el director.
En todo este camino de perseverancia también sobresalió su rol de líder, porque durante su pregrado fue representante estudiantil ante el Consejo Superior, un paso de dos años en el que sobresalió ante los demás consejeros.
“En una asamblea empecé a hablar y eso llamó la atención entre los compañeros. Me presenté a las elecciones y las gané. Desde ahí me leía todos los acuerdos, llegaba informado para debatir con argumentos y fue un gran paso por el Consejo Superior”, explicó.
Ahora toda esa experiencia profesional y personal la pondrá en servicio de los estudiantes que, como él en su momento, necesitan de los servicios que ofrece Bienestar Estudiantil. Un sentido de pertenencia hacia la UIS que lo formó y que transmite a los jóvenes, a quienes invita a tener compromiso para cuidar lo que se tiene y no confundir lo público con hacer lo que se quiera, por lo que llama a “querer lo nuestro, apoyar y corregir lo que esté mal”.