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Según investigación UIS, el selenio ‘vale oro’ en la ‘batalla’ contra el mercurio

Dirección de Comunicaciones UIS

En el corazón de las montañas de California y Vetas, Santander, donde la tierra guarda sus secretos más profundos, los mineros se adentran en un mundo de sombras y luces, de peligros y promesas, con el ‘azogue’ acechándolos.

En este paisaje de contrastes, donde la oscuridad de la minería se entrelaza con los destellos de las ‘chispas doradas’, el selenio se alza como un guardián silencioso, un escudo invisible que estaría protegiendo a aquellos que descienden a las profundidades para ‘arañarles’ a las vetas auríferas o sacarle al agua sus riquezas naturales.

Este elemento, marcado con el símbolo Se y número atómico 34 en la Tabla Periódica, ‘pariente’ de los no metales, estaría presente en la tierra y en los manjares de la región minera de Santander, tejiendo una red de protección para convertirse en el baluarte contra el veneno sigiloso del mercurio y permitiendo a los mineros sortear los peligros mortales del azogue que ‘aguaitan’ en las sombras de los socavones o en la arena de los ríos durante las largas y extenuantes jornadas de ‘barequeo’.

Durante muchos años, los municipios de California y Vetas se han visto enfrentados a un desafío común: la presencia del mercurio en la minería artesanal del oro. Este metal, conocido entre los mineros como azogue o plata líquida, para realizar las labores de ’barequeo’ o extracción del metal precioso, es una amenaza grave para la salud de quienes trabajan en las minas y para el medio ambiente.

Sin embargo, una investigación realizada con expertos de la Universidad Industrial de Santander (UIS), ha revelado un hallazgo sorprendente: la presencia natural de selenio en los alimentos y en el suelo de estas regiones, ha jugado un papel crucial en la protección de los mineros contra el envenenamiento por mercurio.

Colombia es uno de los países con más selenio en el subsuelo, principalmente en la Cordillera Oriental. Foto / Suministrada

Este fenómeno intrigante ha despertado el interés de científicos y comunidades locales que ahora buscan comprender más a fondo cómo la interacción entre estos elementos químicos puede ser aprovechada para mitigar los riesgos asociados con la minería del oro y ‘blindar’ a los mineros.

Dicha investigación, realizada no solo en Santander, sino también en Chocó y en el bajo Cauca antioqueño, puso al descubierto diferencias significativas en los niveles de mercurio y selenio en el cuerpo de mineros de oro en estas regiones. Este hallazgo plantea interrogantes importantes sobre los factores ambientales y alimentarios que pueden influir en la salud de estas comunidades mineras.

Josefa Tolosa, una mujer de figura menuda, talante fuerte, y quien es un emblema de la vida minera en la zona, personifica la esencia de la historia de quienes, como ella, han logrado ‘capotear’ a la muerte, quizá con los ruegos a su patrono San Antonio, o por el efecto del selenio ‘milagroso’.

Con una risa que se desliza entre sus recuerdos, relata su trayectoria desde la juventud hasta la madurez, siempre ligada al destello dorado. Desde sus primeros años, cuando apenas era una adolescente, se unió a las técnicas ancestrales como el barequeo, donde el mercurio era su compañero constante.

Con apenas 15 años inició con las correrías por Soto Norte.  Vestida con “enaguas y chocatos”, sin protección alguna, emprendía camino con un grupo de mujeres que, como ella, veían en la minería la única forma de sustento.

10 años lleva la investigación realizada por la Universidad Industrial de Santander sobre la presencia de selenio y mercurio en la región. Foto / Suministrada

Desde muy temprano cogían su saco, la batea, el mercurio, el azadón, una olla, una taza y una pica… Y agarraban a ‘garretiar’ la Cordillera Oriental.

“Eso íbamos varias chinas, hasta 10, bajábamos a veces hasta allá hasta Llano Redondo, cogíamos por el río de Vetas y salíamos ‘puallá’ al lado de Mata Perros.  Volvíamos y ‘cogíanos’ de Tronadora para arriba y subíamos hasta La Mascota.  Así eran los trayectos que nosotras recorríamos buscando el oro, con eso crie a todos los chinos:  ocho”, recuerda.

En aquellos tiempos, el conocimiento sobre los peligros del mercurio era escaso, y la manipulación de este metal pesado se realizaba de manera intuitiva, sin medidas de protección adecuadas.  

“Yo azogaba con la mano, escurría en unos pocillos en los que uno tomaba café o por allá en el río, desocupaba y escurría por ahí en los pocillos para que el mercurio no se botara.  Eso se bajaba uno ahí en el río y hágale” … Por su mente ni se asomaban los peligros a los que se exponía al manipular mercurio y de los que muchos ya hablaban en otros puntos geográficos: trastornos neurológicos y del comportamiento, síntomas como temblores, insomnio, pérdida de memoria, efectos neuromusculares, cefalea o disfunciones cognitivas y motoras.

Con el saco al hombro, doña Josefa recorría los socavones y ríos. Sus compañeras de fatigas, mujeres valientes como “Eusebia, doña Cristina, doña Cecilia, Ángela, Nubia, Marina, Olga, Isabel” y muchas otras, compartían sus sueños y desafíos en la búsqueda del oro.  “Todas iban a la pata mía, al finado Mauricio sí que le gustaba coger con nosotras” … Memoria prodigiosa, señal de que el mercurio no ha logrado mermarle los recuerdos.

Pero, ¿qué tienen los mineros de Santander para que el mercurio no logre doblegarlos?… Por el contrario, dicen en la zona, los que han muerto han sido de viejos.

160 mineros que hacen parte de Calimineros S. A. S. cuentan con la autorización para operar en el municipio de California. Foto / Suministrada

“Los estudios que se han realizado en la UIS llevan más de diez años. Lo que miraron en ese momento fue una serie de características de enfermedad, digamos así, que tiene que ver fundamentalmente con el funcionamiento del riñón y algo de respuesta inmunológica asociada al mercurio. Cuando se hicieron, ya se sabía que el mercurio debería alterar ambas cosas, pero lo que se encontró es que aquí en Santander no había esos efectos tan marcados y lo que se explica es porque no tenemos unos niveles muy altos de mercurio”, dijo Álvaro Idrovo, profesor del Departamento de Salud Pública e investigador UIS.

“Otro estudio, realizado también en la UIS, demostró polimorfismos genéticos en ellos, es decir, unas características de los genes que son resultado fundamentalmente de la evolución. Y lo que encontraron es que una proporción de habitantes de Santurbán estaban siendo protegidos del posible daño del mercurio porque sus genes ya traían la defensa, llamémoslo así, ante el mercurio”, precisó el profesor Idrovo.

Esta disparidad puede atribuirse a varias razones, según los investigadores. Una de las hipótesis sugeridas es que los alimentos consumidos por los mineros en Santander podrían ser ricos en selenio, un mineral conocido por sus propiedades de desintoxicación del mercurio. Alternativamente, se plantea la posibilidad de que la tierra en la región de Santander (Cordillera Oriental) contenga niveles más altos de selenio, lo que podría estar contribuyendo a la reducción de la absorción de mercurio en el cuerpo.

“Lo que dijimos es, miremos qué pasa realmente aquí en Santurbán. Y fue cuando medimos en cabello el arsénico, el selenio, el berilio y una cantidad de sustancias más. Y lo que encontramos es que el selenio y el mercurio tienen una relación contraria. Es decir, cuando hay más selenio hay, menos mercurio y viceversa. Lo que nos lleva a realmente a comenzar a confirmar la hipótesis de que el selenio está de alguna forma protegiendo a la población también de Santurbán de los efectos del mercurio”.

Entre esa dieta protectora y de blindaje contra los efectos del mercurio, estaría la llamada “cuca” o paledonia en los santanderes… Al menos eso arrojó una investigación realizada en el Chocó, zona minera por tradición.

Para el caso de Santander, quizá la arepa, el maíz, el trigo… Quien sabe. “Uno se sostuvo fue con arepa de seco, harina de maíz, nos manteníamos con trigo molido… Y mucha cuca”, dice doña Josefa con Picardía.

“Cuando ya íbamos pa’ lejos, llevábamos para hacer el almuerzo por allá en el río, hacíamos una sopa de arroz con carne o con lo que fuera y llevábamos de avío arepa con café o aguapanela” … Lo cierto es que los mineros de California y Vetas parecen tener una inmunidad contra el ‘veneno’.

Fabio Maldonado, director del Gran Pacto Social de California, GPS, minero de toda la vida y quien desde muy niño aprendió a sacar oro en el río como barequero, no conoce, a ciencia cierta, la razón por la que los mineros de esta zona oriental no se han visto afectados por la manipulación del mercurio. 

Si bien el selenio puede tener beneficios en casos de envenenamiento por mercurio, la dosificación precisa y la supervisión médica son fundamentales. Foto / Suministrada

“Aparte de los resultados que arroja el estudio de la UIS sobre el selenio, no sabemos qué nos podría estar blindando.  Soy de familia minera, mi madre, mis tías, mis familiares todos dependen de la minería y han manipulado mercurio desde pequeños, no he visto afectaciones de familiares, ni genéticas, ni malformaciones, ni nada de eso”.

Según Maldonado, la alimentación del minero californiano se basa en harinas, de hecho, el municipio presenta problemas de diabetes e hipertensión debido al alto consumo de harinas de trigo, pasta, arroz, papa… Comida energética.

“Hay mucho mineros antiguos o viejos en California, los más longevos mueren ya a muy avanzada edad como don Jesús Sarmiento.  Todavía hay robles como Miguel Zafra, mineros con más de 75 años que todavía siguen trabajando en las minas.

“No sabemos por qué, a pesar de la manipulación del mercurio no tenemos afectaciones a la salud, en realidad siempre nos ha parecido curioso que aun manipulándolo no nos afecta”.

Los mineros, de acuerdo con Jorge Maldonado, representante legal de la empresa Calimineros S.A.S, están expectantes del avance de esta investigación, para tener tranquilidad ante la ‘avalancha informativa’ sobre el peligro del mercurio.

“Es muy pertinente que quienes han hechos estudios y análisis, se acerquen más a los mineros y nos pongan en un contexto que nosotros de alguna manera desconocemos. Para nosotros es importante tener tranquilidad porque se ha especulado mucho con este elemento, necesitamos el conocimiento y veracidad de la información y más que todo que nos brinden una garantía en cuanto a muchas cosas que desconocemos”. 

En medio de este panorama, surge una perspectiva sobre la relación entre el hombre y la naturaleza. A través del selenio, la tierra misma habría proporcionado a los mineros de Santander una defensa silenciosa contra las amenazas del mercurio. Es un recordatorio poderoso de la interconexión entre todos los seres vivos y del papel crucial que desempeña el medio ambiente en la salud y el bienestar.

La minería en California y Vetas es un relato de esperanza y descubrimiento. Detrás de cada pepita de oro, cada río caudaloso o cada socavón, se esconde una historia de resistencia y adaptación, donde la sabiduría ancestral se entrelaza con los avances científicos para forjar un futuro más seguro y sostenible para las generaciones venideras.

RECUADRO

Según Edna Magaly Gamboa, nutricionista e investigadora: “logramos determinar que sí hubo una fuerte asociación entre dos ingredientes: harina de trigo, extracto de levadura, y un alimento que fueron las nueces, quiere decir que las personas que consumen con mayor frecuencia estos tres productos o alimentos que se producen con ellos, tuvieron menos riesgo de presentar niveles elevados de mercurio”.