Con el objetivo de brindarle calidad de vida a millones de mujeres en el mundo que padecen cáncer de mama o de seno, las diseñadoras industriales Leydy Ariza y Jazmín Andrea Paredes, de la Universidad Industrial de Santander (UIS), crearon un novedoso dispositivo que protege y recubre las lesiones cutáneas que son producidas por el tratamiento de radioterapia.
Según la Organización Mundial de la Salud, la radioterapia hace parte de un tratamiento eficaz para combatir el cáncer microscópico que se ha propagado del tumor mamario a través de la sangre, en particular cuando la enfermedad se detecta a tiempo. Sin embargo, se ha comprobado que genera diferentes secuelas o efectos secundarios que pueden resultar incómodos y difíciles de sobrellevar para la paciente, entre ellos, el enrojecimiento, la hinchazón y las graves quemaduras que padecen sobre la zona de su cuerpo irradiada. Además del dolor y la incomodad que provocan estas quemaduras, esta condición afecta también el estado anímico y la autoestima de las pacientes con una fuerte tendencia hacia la depresión y el aislamiento.
Estas razones llevaron a la creación de MEI, el primer dispositivo que cubre la zona del pecho de la mujer y contiene en su interior celulosa bacteriana que, además de proteger, ayuda a hidratar la piel afectada para facilitar su recuperación. MEI fue creado para brindar comodidad y frescura a la paciente y principalmente darle la posibilidad de usar cualquier prenda de vestir sin sentir dolor y llevar un estilo de vida normal.
Su diseño permite que sea fabricado en diferentes tallas o según las características de contextura de cada mujer. Está elaborado a partir de textiles suaves que facilitan el tránsito del aire para generar sensación de frescura y confortabilidad. En su interior, contiene una malla en donde se ubica la lámina o película de la celulosa para tener contacto directo con la herida. La paciente puede por sí sola acomodar la biocelulosa en el lugar específico donde tenga la quemadura y reemplazarla por otra cuando esta cumpla su ciclo de humedad e hidratación.
“Sabemos que la zona irradiada no es únicamente el seno como tal, sino que también puede ser el costado, como hacia la zona de la axila. Con este dispositivo queríamos cubrir o llegar a la mayoría de lugares que obviamente no se podría si se diseñara una prenda de vestir. La paciente puede por sí sola mover y acomodar la biocelulosa en distintas áreas de su pecho, no necesita ayuda de nadie. Una vez lo use, podrá llevar una vida normal, usar prendas de vestir sin sentir dolor, salir a la calle o realizar actividades cotidianas”, argumentaron sus creadoras.
Este proyecto fue posible gracias al apoyo y la orientación de los profesores John Faber Archila Díaz, de la Escuela de Diseño Industrial, quien dirigió la puesta en marcha y la creación del dispositivo, así como Marianny Yajaira Combariza Montañez y Cristian Blanco Tirado, de la Escuela de Química de la UIS, quienes producen celulosa bacteriana a partir de desechos de biomasa residual de cacao.
La experiencia con diferentes casos de familiares y conocidos les permitió a los inventores de este dispositivo conocer de cerca la dura realidad que enfrentan las mujeres a causa de los efectos secundarios y graves quemaduras que produce este tratamiento. Estas quemaduras hacen que les resulte casi imposible utilizar prendas de vestir encima de la zona afectada y seguir su vida normal. Aunque el dispositivo fue diseñado inicialmente para mujeres, también puede ser utilizado por hombres que padecen esta enfermedad.
“Las quemaduras hacen que sea muy incómodo y difícil poder llevar una prenda encima del lugar donde se hace el tratamiento y esto afecta en la calidad de vida. Son personas que tienden a aislarse y eso no ayuda mucho en sus procesos de recuperación, ya que se necesita tener una buena disposición anímica para poder enfrentar esta enfermedad tan grave. Entonces, unimos fuerzas entre diseño industrial y química para buscar una solución para enfrentar las dificultades que generan los tratamientos de radioterapia cuando se presenta este tipo de situación”, comentó el profesor John Faber Archila.
Una nueva patente UIS
Recientemente la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) otorgó la patente nacional a este invento UIS, gracias al apoyo del Programa de Propiedad Intelectual de la Vicerrectoría de Investigación y Extensión. Este proyecto resultó también ganador en el año 2019 del Premio Eloy Valenzuela, reconocimiento otorgado por la UIS para destacar proyectos innovadores y de gran impacto que transforman el entorno.
“Esperamos seguir trabajando en mejoras para el proyecto y que el dispositivo vea la luz, que sea un producto que realmente las personas puedan adquirir, ya sea comprándolo o por medio de fundaciones. Sabemos que el cáncer no se va a ir y está afectando cada día a más personas y qué mejor manera de apoyar el mundo que llevando un producto que mejore la calidad de vida de las personas en tratamientos de cáncer”, agregó Leydy Ariza.
Celulosa bacteriana creada en la UIS
Desde hace varios años, los grupos de investigación CEIAM y GIFTEX, liderados por los profesores Marianny Yajaira Combariza Montañez y Cristian Blanco Tirado, de la Escuela de Química de la UIS, han trabajado en el aislamiento o producción de biopolímeros que provienen de los seres vivos, especialmente de los derivados de las plantas o los biosintetizados por microorganismos en procesos biotecnológicos.
La celulosa bacteriana, también conocida como biocelulosa, que incluye el dispositivo, encargada de generar frescura y protección a la zona afectada, es un biopolímero natural, biocompatible y biodegradable producido de forma pura en un laboratorio de la UIS a partir de un proceso biotecnológico en el que se utilizaron residuos de la fruta del cacao.
“En comparación con las celulosas que ya pueden existir en el mercado, esta la producimos a partir de residuos en la industria del cacao que queda después de los procesos de fermentación. Entonces tomamos esos jarabes o esos jugos que aparecen allí y los utilizamos como fuente de carbono para que los microorganismos los consuman y produzcan la biocelulosa”, aseguró el profesor Cristian Blanco.
Según la profesora Marianny Combariza, las propiedades son muy similares a la celulosa de las plantas, pero una de las ventajas de la celulosa bacteriana que incluye este dispositivo es que al ser producida por microorganismos no viene asociada con ningún otro biopolímero. “Es decir, la celulosa de las plantas generalmente viene asociada con biopolímeros conocidos como la lignina y hemicelulosa, mientras que la celulosa o la biocelulosa que es producida por microorganismos es 100% pura. Eso le da una ventaja desde el punto de vista de las aplicaciones biomédicas, principalmente porque muchas de estas aplicaciones requieren materiales altamente puros para evitar, por ejemplo, procesos de rechazo o de alergias”.
Lo que se espera ahora es seguir desarrollando nuevos estudios, especialmente en la parte médica, para fortalecer el dispositivo y generar alianzas con posibles interesados en llevarlo a las pacientes. También se está trabajando en futuras aplicaciones para esta biocelulosa que beneficien a las industrias farmacéutica y cosmética.