
En Ocaña, como en todos los rincones de Colombia, la educación es el faro que guía a cientos de niños y jóvenes a través del camino hacia su futuro. Muchos de ellos provenientes de la fértil pero muchas veces olvidada región del Catatumbo. Conscientes de que cada aula es un semillero de sueños, la Universidad Industrial de Santander (UIS), a través del programa Donaciones con Responsabilidad Social, extendió sus ramas hasta el Colegio La Salle, llevando consigo un soplo de esperanza: mobiliario escolar que, como cimientos sólidos, fortaleció los espacios de aprendizaje y reafirmó el compromiso con la construcción de futuros más luminosos.



Cerca de 3.000 estudiantes, entre ellos un 30% de población migrante y más de 600 desplazados del Catatumbo, se beneficiaron con la entrega de pupitres, sillas, archivadores y escritorios. Este gesto no solo atendió una necesidad básica, sino que también envió un mensaje poderoso: la educación es la llave para un futuro mejor.
“Muchísimas gracias por esta increíble donación. Los pupitres que teníamos estaban deteriorados y, aunque seguimos necesitando más, esto representa un gran alivio. Queremos que nuestros niños sepan que la educación en Colombia es posible y que podemos garantizarles condiciones dignas para su aprendizaje”, expresó Dora Astrid López Meneses, rectora del Colegio La Salle. También hizo un llamado a las instituciones de educación superior y al Estado para que continúen apoyando iniciativas que fortalezcan el tejido social en territorios en conflicto.
Los estudiantes, con uniformes impecables y sonrisas contenidas, observaron con entusiasmo cada mueble entregado. Para muchos, recibir un pupitre representó algo más que comodidad: fue un reconocimiento a su esfuerzo. “Nos sentimos muy agradecidos y felices. Estos implementos son esenciales para nosotros, sobre todo en una institución como la nuestra, que acoge a tantos estudiantes de diversas regiones, especialmente del Catatumbo”, comentó Jaider Payares Parada, personero estudiantil.
Los egresados también compartieron su alegría. Diego Andrés Rosero López, expersonero y actual estudiante de Ingeniería Química en la UIS, fue uno de los gestores de la donación. “Este evento es maravilloso porque transforma la educación y la hace más amena. Gracias a este aporte, facilitamos la vida académica de estos jóvenes, recordando que la educación tiene el poder de cambiar y mejorar vidas”, afirmó.
El acto de entrega estuvo cargado de emociones y cultura. El Grupo de Teatro UIS sorprendió a la comunidad con una puesta en escena vibrante, donde el arte y la reflexión se entrelazaron para recordar que la educación no solo se encuentra en los libros, sino también en la capacidad de imaginar un mundo distinto.




Con esta iniciativa, la UIS sembró una nueva semilla en el amplio campo de la transformación social, regándola con el poder de la educación. Más que pupitres, entregó peldaños para escalar sueños y luces que iluminan caminos de esperanza. Un recordatorio de que el conocimiento puede ser el puente hacia un futuro donde la violencia sea solo un recuerdo y no un destino.



