Considerado el mayor desastre de salud ocupacional que ha ocurrido hasta la fecha en Colombia y que dio paso a la aparición de la toxicología moderna en el país, la mina Nueva Esperanza ubicada en el municipio de Aranzazu, Caldas, dejó grandes afectaciones en la población. Este hecho fue documentado por investigadores de la Universidad Industrial de Santander.
Así lo dio a conocer la investigación Programa de Investigación en Salud Ambiental para Colombia, apoyado por MinCiencias y liderado por el Investigador Javier Idrovo, profesor del Departamento de Salud Pública UIS.
Todo se remonta a 1948, cuando de las montañas de este municipio se extrajo el mercurio. Este preciado metal atrajo a mineros y sus familias en busca de un futuro mejor; sin embargo, la abundancia también trajo consigo un rastro de enfermedades y secuelas entre los habitantes durante años.
“La mina se descubre alrededor de 1948 por un campesino. Luego personas que tenían ya más conocimientos sobre la minería o minerales aprovecharon ese momento y se empezaron a aprovechar de la tierra y encontraron allí una forma de negocio. Posteriormente llegaron empresas profesionalizadas en la industria de la minería”, cuenta Jorge William Duque, integrante del colectivo Aranzazu al Día.
Pero fueron los múltiples casos de hidrargirismo en Aranzazu, los que llamaron la atención de investigadores de la Universidad Industrial de Santander, quienes se adentraron en lo profundo de la Cordillera Central del país y encontraron información aterradora.
“Desde 1948 hasta 1975, que aproximadamente dura la mina en funcionamiento, hemos registrado múltiples casos de hidrargirismo, personas que se enfermaban y muchas veces eran atendidas por la misma salud de la compañía, pero otras veces por sus familiares. Conocer ese proceso, identificar esas personas, me parece fundamental para avanzar en los estudios de salud pública en Colombia”, afirma Juan Sebastián Bonilla, historiador UIS.
Esta investigación fue liderada por el profesor Álvaro Javier Idrovo, investigador principal UIS, quien asegura que los resultados toxicológicos importantes fueron detectados tras el estudio de cabello de personas del sector, en el cual se encontraron 68 elementos de la tabla periódica, entre ellos el mercurio.
“En relación al mercurio no encontramos niveles importantes en la población de Aranzazu; sin embargo, encontramos que había una exposición a otro tipo de elemento. Esto nos conlleva a determinar que la mina ya no es un problema actual, pero obviamente el subsuelo sigue manteniendo el mercurio porque la falla geológica sigue allí presente y es posible que si se reactivan actividades mineras, buscando el mismo mercurio u otros elementos interesantes como el oro y otros, podría llevar nuevamente a problemáticas que ya se vivieron en Aranzazu, como es el alto número de personas con hidrargirismo”, asegura el investigador Idrovo.