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Egresada UIS, destacada como una de las científicas más influyentes de América Latina

Samanta Machado Cepeda

Las historias de quienes desafían los límites del destino suelen estar marcadas por esfuerzo y determinación. Samanta Machado Cepeda, ingeniera química de la Universidad Industrial de Santander (UIS), ha recorrido un camino de retos y logros que la han llevado a ser reconocida como una de las 25 mujeres más influyentes en la ciencia latinoamericana.

Desde niña, Samanta entendió que las oportunidades no llegan dos veces. Nacida en Valledupar, su vocación por la ciencia despertó en el colegio gracias a su profesor de química, Marco Antonio, un maestro exigente cuya bata blanca inmaculada le parecía un símbolo de conocimiento y disciplina. Mientras otros estudiantes temían sus clases, ella encontró inspiración en su rigor. Su madre le enseñó desde temprano que la exigencia no era un castigo, sino un privilegio para quienes desean aprender.

La UIS: el laboratorio donde creció su pasión

Samanta machado como estudiante UIS

Al llegar a la UIS, Samanta descubrió un espacio donde podía desarrollar su pensamiento crítico y científico. Aprendió que la ingeniería química no era solo fórmulas y procesos, sino una herramienta para transformar el mundo. Su formación en la universidad le permitió enfrentar retos complejos y fortalecer su capacidad de análisis.

Uno de los momentos más significativos de su formación fue su trabajo en el laboratorio de Cromatografía del Centro Nacional de Investigaciones para la Agroindustrialización de Especies Vegetales, Aromáticas y Medicinales Tropicales (CENIVAM), dirigido por la doctora Elena E. Stashenko. Allí comprendió el verdadero significado de la investigación y la innovación.

Durante su pregrado, Samanta descubrió el poder del trabajo en equipo. Participar en proyectos científicos la preparó no solo académicamente, sino también en la construcción de redes de colaboración, esenciales en la comunidad científica.

Rompiendo barreras en la industria

Samanta Machado, científica egresada de la UIS

Antes de dedicarse a la investigación, trabajó en la industria, donde enfrentó uno de sus mayores desafíos. Siendo una joven ingeniera, tuvo que dirigir un equipo de 60 operarios, todos hombres y mayores de 40 años. Su liderazgo fue recibido con escepticismo, no por su conocimiento, sino por su juventud y género. Enfrentar esta resistencia la llevó a confiar en su preparación y aprender a comunicar con firmeza y claridad.

Este episodio le enseñó que la ciencia no solo consiste en descubrir, sino también en romper barreras invisibles, en desafiar normas que limitan el potencial de quienes, como ella, han nacido para innovar.

La investigación en Cuatrociénegas: ciencia con impacto

Su camino la llevó a México, donde encontró un nuevo hogar en la Universidad Autónoma de Coahuila. Allí se sumergió en el estudio de las microalgas de Cuatrociénegas, un ecosistema único con microorganismos de gran potencial biotecnológico. Su investigación ha demostrado que estas microalgas pueden ser una fuente sostenible de proteínas, lípidos y pigmentos para la industria alimentaria y energética.

“El 65% de incremento en biomasa que logramos no es solo un número. Es la posibilidad de contribuir a la seguridad alimentaria y reducir el impacto ambiental”, explica con pasión. Para ella, cada hallazgo es una oportunidad de generar soluciones reales a problemas globales.

Fue precisamente esta investigación y su impecable trayectoria científica, las que la hicieron merecedora de ser unas de las 25 mujeres más influentes de la ciencia en América Latina.

Samanta machado como estudiante de Ingeniería Química UIS

Mujeres en la ciencia: desafíos y sororidad

Si algo ha aprendido en su trayectoria es que los mayores obstáculos para las mujeres en la ciencia no siempre vienen del exterior. Con franqueza, reconoce que la competencia entre mujeres a veces puede ser una barrera más grande que los prejuicios de género. Por eso, aboga por la creación de redes de apoyo y colaboración, donde los logros de una sean motivo de inspiración para todas.

“Necesitamos celebrar los éxitos de nuestras compañeras sin recelo. Crecer juntas es la única forma de cambiar las estructuras que aún restringen el liderazgo femenino en la academia y la industria”, reflexiona.

A pesar de los desafíos, Samanta es optimista sobre el futuro de la ciencia en Latinoamérica. “Nuestros países están llenos de recursos naturales, pero el verdadero potencial está en la capacidad de transformarlos a través del conocimiento”.

Decisiones que marcan el destino

Samanta machado y su equipo de trabajo en México

Recientemente, Samanta recibió una oferta para liderar un equipo de investigación en biotecnología aplicada en Europa, una oportunidad que muchos considerarían el sueño de cualquier científica. Sin embargo, decidió rechazarla. No por miedo ni por falta de ambición, sino porque entendió que su misión estaba en su tierra.

“Las oportunidades no siempre están en otro continente, a veces están justo donde nacimos”, afirma.

Ahora, dedica parte de su tiempo a inspirar a nuevas generaciones de científicas, convencida de que el verdadero impacto no está solo en los descubrimientos, sino en la huella que dejamos en quienes vienen detrás.

Si pudiera dar un consejo a su yo del pasado, a la estudiante de pregrado que apenas soñaba con su futuro, le diría: “No te compares con los demás. Cada uno tiene su propio potencial, y los frutos llegan con el tiempo y el esfuerzo”.

Y a las jóvenes que sueñan con una carrera en la ciencia y la tecnología, les deja un mensaje claro:

“Búsquenlo, persíganlo. Hay oportunidades para quienes están dispuestos a tomarlas. No hay nada más satisfactorio que hacer lo que amas y, además, saber que tu trabajo aporta al bienestar de la sociedad”.

Para Samanta, el éxito no es solo llegar lejos, sino asegurarse de que otros puedan seguir el camino. Porque la ciencia no solo trata de descubrir, sino de transformar vidas.